Después de disfrutar de septiembre en Donosti y de la boda de Joana y Martín en Zarauz el día cuatro, llega el momento de nuestro viaje al sur.
Aunque nos lo sabemos de memoria: casa, topo, autobús al aeropuerto, vuelo a Sevilla, autobús a Santa Justa, tren a San Fernando y coche a casa, no puedo evitar el cosquilleo de estómago de los últimos días.
A las 13:30 vienen a por las maletas, nosotros comemos algo y miramos con frecuencia el reloj. Cuando son las 15:10 salimos. Mientras Román cierra bien todo, llamo al ascensor y recorremos la calle a paso ligero.
Estamos a punto de llegar al topo y… Me siento ligera, ¡Claro!, ¡El ordenadooor!.
– Román, me he dejado el ordenador en casa. Voy yo ,-dice Román,- y echa a correr calle arriba.
15:15, siento que vamos a perder el topo, Román no aparece, me acerco al andén, pienso en otras opciones y aparece Román al tiempo que el tren.
Ya estamos en marcha, llegamos a Donosti, Román ha recuperado el aliento y saca los billetes del autobús al aeropuerto. Pasamos los controles, buscamos nuestra puerta de embarque y nos sentamos con un café. Tenemos casi una hora , Román saca su iPad y comienza a leer. Yo abro la cremallera del maletín de mi ordenador.. ¡Horror! , ¡Vacío!
-Román mira,- le digo mostrándole la bolsa .
Nos miramos con asombro y reímos con ganas. El viaje no ha hecho más que empezar.