Cuando estabamos en la playa al mediodía encontramos a El Jurel, el Chico y toda esta gente que salían con el bote.
La cosa no estaba fácil porque había oleaje y debían esperar a las calmas, pero las calmas eran muy cortas. Allí nos quedamos plantados hasta ver como, por fin, el bote arrancaba y tomaba rumbo Bolonia. «Van a por calamar».- nos explicaron los entendidos.
Ya me había olvidado yo del bote en altamar cuando, de retirada de la playa por la tarde, al ponerse el sol, vimos que llegaba el bote ¡Qué emoción! ¿traerán calamar?.
LLegaron a la playa con un balde lleno de calamares y chocos. Quienes piensan que lo venden caro no tiene en cuenta lo que les costó salir y las 6 ó 7 horas que habián echado en el mar para traer un balde de pescado.
Envuelta en este pensamiento les seguimos hasta la txikilonja de Zahara y nos hicimos con un kilo de calamares y otro de chocos.
Me llevo su tiempo la limpieza del pescado, deje un calamar grande para tomar a la plancha que comimos riquísimo ayer y preparé, como en los buenos tiempos, calamares rellenos en su tinta, en su tinta de verdad, no de bolsitas.
Hoy hemos comido calamares en su tinta.¡¡Qué buenos!!, pequeñas cosas que le dan luz y color al día a día.
Pilar 