Esta mañana he ido con Luisa a la Muela, la mañana era muy fresquera y me ha propuesto dar un paseo. Subir a la Muela por esa carretera sinuosa y con un entorno tan verde, me recuerda mucho al norte. Al llegar arriba el paisaje se abre grandioso, se ve Conil y con la luz del Poniente de hoy al fondo veíamos Cadiz. No llevaba la cámara.
Cuando íbamos he visto en la misma cuneta unos cardos en flor de un tamaño impresionante, «quesadillas» me ha dicho Luisa que les llamaban antes. Luego hablando de las quesadillas de Luisa me han contado que antiguamente se utilizaban los pistilos de la flor del cardo como coagulante para hacer queso, supongo que de hay viene lo de quesadilla.
Al bajar nos paramos.- le he comentado.- y efectivamente, ya de vuelta , a pesar de que no llevaba tampoco navaja, he conseguido cuatro o cinco cardos preciosos.
Nos hemos tomado una cañita bajo la parra de la venta el Toro, me gusta muchísimo charlar con Antonio de antes y de ahora, de mujeres guapas y de gentes principales, de toros y toreros, una delicia. Nono nos ha sacado una tapita de judías verdes aliñadas con ajo y orégano sabrosísimas y con el apetito un poco engañado y los cardos en el asiento trasero volvíamos felices de nuestra mañana. ¿A quién le importa el poniente?
Después de comer otro paseito para buscar alguna rama, tenía ilusión por hacer un ramo bonito con los cardos y ya lo tengo, precioso.
Luz y armonía en el hogar, qué auténticas se hacen aquellas palabras: «Cada vez que veamos un ramo de flores bonitas estarás con nosotros Ricardo»
Precioso ramo,y que buen recuerdo.
Un abrazo
Begoña