Cuando en medio de la vida fácil y distraída del mes de agosto vi esta imagen en las redes me sentí muy conmovida. Realmente hay imágenes capaces de perforar el alma.
Estaba hecha a escuchar por la radio y a leer en prensa sobre la tragedia de la guerra de Siria, incluso a pensar de vez en cuando en la magnitud de esta tragedia, pero he necesitado la fuerza de esta imagen para sentir mi conciencia vapuleada.
La imagen es devastadora como lo es la situación que están viviendo los sirios. La guerra suponía para este padre una muerte brutal y segura y el instante que recoge fotógrafo del New York Times, Daniel Etter, la llegada a la playa de la isla griega de Kos , nos muestra un rostro al mismo tiempo agradecido y emocionado por llegar junto con sus hijos sanos y salvos a una tierra que hoy es su única oportunidad, lejos de los bombardeos en Siria.
Miro, sin atreverme, una y otra vez la escena y voy cobrando conciencia del drama de los refugiados que van llegando a miles a las costas griegas, siento admiración por el joven fotógrafo y desprecio por los Gobiernos de Europa que tienen un muro levantado ante los refugiados sirios.
Me he ido impregnando de esta realidad que me ayuda a recolocar en su justo espacio lo grande y lo pequeño, lo importante y lo insignificante, lo que tiene interés y lo que es despreciable.
Le pongo cara en Twiter a Daniel Etter, 34 años, y me intereso cuando cuenta que él mismo se sintió muy conmovido, abrumado, con su instantánea y que se las ingenio para descubrir quién era aquella familia.
Se trata de una familia de la ciudad bombardeada de Deir ez-Zor. Llegaron en una embarcación donde solo cabían tres personas pero iban unas 12. Laith Majid con su esposa (una maestra de inglés) y sus tres hijos. Pagaron más de 8000 dólares para un viaje de dos horas, cruzando desde las costas turcas. El bote empezó a desinflarse y el agua comenzó a entrar. Los refugiados estaban empapados. Hacia las 4.30 llegaron a Kos.
«Estaban totalmente aliviados cuando llegaron. En ese momento todo les vino encima, la alegría de haberlo logrado, el amor por la familia, el dolor por lo ocurrido», relata Daniel Etter. Esta familia soportó durante años los bombardeos, espera ahora poder llegar a Alemania.
Felicito con mucha gratitud y admiración a Daniel Etter, 34 años, y espero que difundiendo la imagen de Laith Majidy y sus hijos y hablando de ello podamos llegar a mitigar las actitudes hostiles hacia los solicitantes de asilo.
Traduzco un twist de Daniel ««Por cada buque que rescatamos, estoy seguro, que otro se hunde.» No vemos las imágenes de botes que se hunden «.»La gente tiene que hacerse consciente de la difícil situación de sus compañeros humanos.»
Dejo también algunos artículos que a mi me han ayudado a situar las dimensiones del conflicto:
Siria el riesgo de una generación perdida
Qué pasa con los países de donde salen las personas que llegan a Europa