Yo por entonces era más aficionada a las letras que a las imágenes, me gustaba mucho leer.
También es verdad que en esa etapa de plena actividad en que estas pendiente de la siesta de los niños para tener un ratito para ti, o que miras el reloj mientras cenan porque no ves el momento de que estén por fin dormidos, en esos años, coger un libro para leer era equivalente a tomarme un somnífero, siempre me quedaba dormida con el libro en las manos. Entonces descubrí lo relajante y placentero que era mirar imágenes mientras escuchaba música.
Hablo de unos años en los que no existían los ordenadores domésticos y ver imágenes era cargar con un libro gordo de arte. Las pinturas de Van Go o Gauguin, repasadas una y otra vez dejándome invadir por las sensaciones que transmitían.
Así aprendí a emocionarme con las imágenes, un lenguaje que no era el racional y que me permitía viajar a mundos diferentes. Veía cuadros y también fotografías, las fotografías que aparecían en los reportajes de alguna revista de viajes, nos encantaban las revistas de viajes, o los retratos que aparecían en los semanales. Ese era el acceso que teníamos a las fotos.
Por eso cuando a través de la Kutxa nos hicimos con dos libros de fotos de Alberto Schommer , Azul y Verde, la Kutxa los publicaba con motivo del 6º centenario del nacimiento de Gipuzkoa como provincia, lo vivimos en casa como un acontecimiento importante.
Libros que dejamos sobre la mesa de la sala a veces abiertos a veces cerrados pero siempre presentes.
Era entonces Alberto Schommer un fotógrafo reconocido de quien conocíamos los retratos de Chillida, de Alberti y de muchos políticos del momento.

Pero yo lo descubrí en estos libros de Gipuzkoa como una mirada personalísima, muchas veces audaz, y siempre tremendamente estética. Observaba con admiración en sus libros como captaba la personalidad del paisaje y la gente de nuestra tierra.Me encanta la naturalidad con que capta a las personas y la atmósfera de sus paisajes.
Han pasado más de 20 años desde la publicación de estos libros. Ahora que dispongo ya de mucho más tiempo, estoy cautivada por la fotografía. Veo muchas fotos en internet, muchísimas, me sigue relajando dejarme atrapar por el sentimiento de una imagen, por la historia que cuenta.
Alberto Schommer es uno de mis preferidos, con frecuencia entro en su galería. Me gustan especialmente los álbumes de primera época y la Habana. Hace unos años tuve la suerte de ver sus fotos al natural en una retrospectiva que organizó el museo de Bellas Artes de Bilbao.Siempre descubro algo nuevo e interesante en sus fotografías.
Creo que uno de sus últimos trabajos ha sido no oculto nada, políticos de manos limpias, en la ultima campaña de las autonómicas de Madrid. Me encanta que las manos estén tan presentes en su obra. Una de mis fotos preferidas son estas manos que descubrí en el libro y que siempre me han obligado a pararme un rato en ellas.
Tengo que agradecer a Alberto Schommer muchos buenos ratos viendo fotos, muchas lecciones de estética, de ingenio, de valentía y de amor por lo que hace. Espero seguir aprendiendo de sus fotos. Siempre en el recuerdo,descanse en paz.