Interrumpo el bien estar de una tarde de invierno: musiquita, sofá y libro en mano, para recoger un apunte.
Estaba releyendo el libro sobre fotografía de viajes de mi buen amigo Xabier Fz Bardonada, en unos día iré e Lisboa con un grupo de fotografía y empiezo a saborear el viaje.
Me interesa siempre ese aspecto de la fotografía que tiene que ver con la comunicación, con un estado de animo, con aprender a observar y apreciar la realidad de una manera diferente .
Por eso cuando he leído:
“lo que nos mueve a disparar nuestra cámara debe ser algo más que capturar el momento, el detalle o el color debe ser un acto por el que nos introducimos en el escenario que vivimos y sentimos en un instante ..y la recompensa volver a sentirse en el mismo lugar y momento cada vez que miramos esa imagen de aquel rincón del planeta que hemos tenido la suerte de descubrir, conocer y visitar pero sobre todo de sentir.”
He necesitado hacer una pausa y releer. Yo tengo la impresión de que lo que de verdad he aprendido haciendo fotos es a buscar esos instantes mágicos y a sentir los espacios y la luz.
Lo que tiene de especial Zahara es que lo descubrí, lo conozco, lo visito, lo vivo,pero sobre todo lo siento y es verdad que, a veces, consigo fotos que cuando las miro me siento de nuevo en el mismo lugar y momento que cuando las hice.
Ayer me encontré con esta foto que la tenía olvidada y sentí el momento vivido cuando la hice el pasado otoño.