Cuando era niña me gustaba que llegase febrero. Con la abuela Ángela compraba en el mercado mimosas, pequeñas bolitas amarillas que alegraban la entrada de casa. Era además el mes de mi cumpleaños, del cumpleaños de mis hermanos, el santo del abuelo Ricardo, siempre fue un mes alegre y festivo.
Mas adelante empecé a relacionar febrero con la nieve, aquellas excursiones a La Sia o los primeros viajes a Candanchú, fueron en febrero. Febrero era también un mes diferente, con personalidad, el misterio del año bisiesto, 28 dias como el año lunar.
Recuerdo los primeros escarceos en el carnaval prohibido y cuando años más tarde, ya madre , me disfrazaba abiertamente en carnaval con mis hijos, 
me divertía enormemente pensar en los disfraces organizárselo a los chicos y disfrazarme yo, luego vinieron los fantásticos carnavales con el grupo de Candanchu, los preparativos, la confección y lo que nos divertiamos el grupo bajando las pistas disfrazadas.Febrero, fántástico Febrero.
Sigo celebrando mi cumpleaños, este febrero han sido 62 . Sigo comprando mimosas, ahora desde la cercana Holanda, han llegado también tulipanes a mi salón.
Ayer terminó un febrero de año bisiesto, el primer febrero sin mama, después de dos meses sigue dándome mucho vertigo mirar hacia tras y he vivido de forma casi complulsiva hacia delante. Por suerte con un frente lleno de horizonte.
Mirando hacia delante he comido con amigas, he paseado con la perra, he jugado mucho con mi nieto, he disfrutado de la nieve en la puerta de casa,he hecho fotos, he viajado a Lisboa, he charlado con mis hijos, he guardado en cajas mi pasado y he echado mucho, mucho en falta a mi madre.
Un último febrero intensamente vivido y que he tenido el placer de terminar Zahara con una espectacular puesta de sol.
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Pilar 