Mi madre había perdido la memoría, supungo que el interior de su cabeza era un lugar oscuro. Cogi con ella un avión a Sevilla y un coche alquilado que nos llevo al Puerto, a esa terraza sobre el mar en la que tantos buenos ratos habíamos vivido y compartido.
A esa playa en la que ella había enseñado a coger olas a mis hijos.
Cada mañana, como una gran aventura, llegabamos hasta la orilla.
El olor a mar, las caricias del viento, el agua fresquita y una luz intensa se iban colando en su oscuridad.
Uno de los recuerdos más gratos que guardo de mi ama es una tierna sonrisa en la orilla de esa playa.
Acabo de descubrir tu blog a través de twiter. Me parecen maravillosas tus historias.
Besos desde Zahara
Muchas gracias María José
Pilar, que valiente eres….. me das envidia. Un abrazo
Hermoso recuerdo amiga.