Por un lado entiendo que el tema de los filtros en fotografía me atrae muchísimo, por otro entiendo que es un tema que va muy poco con mi manera de ser. Exige tiempo, minuciosidad, ser cuidadoso y muy paciente.
Sí, tiempo sí tengo, pero ninguna de las otras tres cualidades.No soy ni minuciosa ni cuidadosa ni paciente. Todo lo contrario, impaciente y precipitada chapucerilla y atolondrada.
Supongo o quiero suponer que es todo un aprendizaje, ese aprender a dilatar el tiempo, a observar mucho, a mimar las cosas, a ser un poco creativa con la realidad, es un aprender que me interesa especialmente, y siento que los filtros son como los libros de texto de esta asignatura y la foto hecha con filtros sería el examen.
Estas son mis primeras fotos con filtros «prestados» y con mi superprofe Antonio Atienza alado
Estos “libros de texto” son caros y muy delicados, es además difícil dar con el más adecuado porque hay muchos en el mercado.Tengo unos apuntes sobre filtros que hice a base de leer sobre el tema y que voy a guardar aquí para saber dónde están. Guardo también un enlace sobre el tema que que gusta el uso de filtros en el bosque
Por cierto tengo una anécdota relacionada con esto de saber donde están.
Estando en Zahara apareció mi amiga Marisol con un colgante muy bonito que había comprado en su viaje a Kenia. Era un trozo de cerámica antigua, según me explicó, y efectivamente al decírmelo pude apreciar que era un trozo de cerámica .Inmediatamente vinieros a mi cabeza unos platos de casa de mi madre antiguos y un poco perjudicados pero muy bonitos y vinieron también mis tres nueras.
Me puse manos a la obra, pedí los platos, me llegaron a Zahara, tire uno al suelo y guardé los pedazos. Con Román elegí los tres que más nos gustaban. Con una de sus maquinitas me dejo los bordes más finos y redondeados.
Una mañana cualquiera me fui a Barbate con mis trozos de cerámica para estar con mi amigo joyero Paco Pacheco. Tras varios ires y venires y algunas dificultades en la interpretación, conseguí las tres piezas.
LLegaba ya la hora de volver a casa y cómo soy olvidadiza puse mucho cuidado en que los tres colgantes no se quedasen en Zahara.
Los primeros días aquí me acordaba del paquete con los tres colgantes, lo buscaba un poco por encima pero no aparecía. Después de una semana empezó a inquietarme el tema y lo busque con más dedicación. Nada, ni rastro de los colgantes.
Llamé a Zahara por si estaban por allí. Nada. Empezaba ya a pensar que habían ido a la basura entre papeles que recojo yo a veces con cierto arrebato.
Esta tarde he abierto por primera vez desde que volvimos el maletín donde guardo todo el tema fotos y ete aquí que allí estaba el paquete de los colgantes. Bien pensado era lógico que estuviese allí entre mis objetos más preciados entre aquello que estaba segura de que no me lo iba a dejar.
Otro gallo cantaría si yo pudiese meter objetos en el ORDENADOR en su carpetita amarilla en el mismo escritorio para verlo cada día o guardarlos en este artículo como guardo los apuntes sobre filtros. Mientras esto llegue, que llegará , tengo los colgantes en mi mesilla esperando la llegada de la Navidad.