Fría mañana de invierno en Zahara. Apenas nadie en la playa ,sopla con ganas un levante frío. El bote ha salido a la mar y trae pescado. Encuentro al marinero con la cara curtida por el sol, con su piel áspera y arrugada, sus manos huesudas y callosas, con ansias de terminar la faena y me regala este instante.