Hoy he pasado la tarde en casa, con mi nieto, y mientras llovía y llovía, le he contado el cuento de los sueños de colores.
Había una vez un niño que vivía en Africa, no, no era en la selva, vivía en pueblo muy bonito, que caía como una sábana en un lado de la montaña.
Era un pueblo con río y con las calles y las casas pintadas de azul. Un pueblo iluminado por un sol alegre y generoso.
A ese niño,que se llamaba Bauki, le gustaba mucho su pueblo y siempre se le veía correr por las calles de arriba a abajo y de abajo a arriba. Tenía una pelota pequeña y amarilla que a veces se escapaba escaleras abajo dando botes y Bauki detrás hasta atraparla.
Cuando su madre le mandaba a comprar el pan corría escaleras arriba. Se me había olvidado contarte que el pueblo de Bauki no tenia coches, ni ascensores, tenía cuestas y escaleras y por eso él siempre andaba de arriba a abajo y de abajo arriba.
Cuando llegaba la noche y todo estaba oscuro y silencioso, Bauki sentía un pelín de miedo y entonces pensaba en sus sueños de colores. Se acordaba de su pelota amarilla, se acordaba del olor del pan que compraba cada mañana. Veía en sueños muchos, muchos colores, más que en la maxi caja de pinturas Alpino , más que en un paquete grande de plastilina, veía tantos colores y tan brillantes que tenía que taparse los ojos con la sábana.
Cuando ya tenia los ojos tapados y los colores no brillaban tanto, conseguía dormir y entonces oía la voz de su madre que desde la cocina le hablaba:
—Bauki coge dos dirham y vete a la tienda colorín.Quiero que traigas un paquetito de Kap-Kek .
Bauki salía corriendo escaleras abajo y cuando llegaba a la tienda se acercaba al mostrador y veía tantas cosas y de tantos colores que no recordaba lo que le había pedido su madre
—¿Será Crik-Crok? o ¿serán Pringles?. No me acuerdo, no me acuerdo — murmuraba por lo bajines Bauki un poco nervioso—. Voy a volver y se lo pregunto a mi mama— dijo un poco alto para que el tendero le oyese.
Corrió escaleras arriba y cuando llegó a su casa en lo más alto del pueblo, vio a su madre en la puerta y le pregunto:
—Mami Mami ¿qué era lo que tenía que comprar?
—¿Qué dices Bauki? — contestó su madre un poco asustada por una pregunta tan rara—. No tienes que comprar nada, anda vístete que el maestro te espera en la escuela.
Bauki se miró y vió que llevaba los calzoncillos rojos pero no tenia pantalón ni camiseta ni calcetines ni zapatos, y tampoco llevaba la visera verde nueva.
—¡¡¡Anda!!! pues es verdad que no estoy vestido —comentó bastante extrañado.
Se vistió a la velocidad del rayo, bebió de un sorbo un tazón de leche y cogió el pan para ir comiéndolo por el camino mientras corría escaleras abajo salteando y tropezando por todos los colores de su pueblo. Quería llegar enseguida para contar a todos los amigos su sueño de colores.
Qué bonito 🙂