Algunas mañanas me quito el reloj que siempre es un peso pesado, la cadena del cuello y la alianza del dedo. Evacuo cuanto puedo, contengo la respiración, meto tripa y miro con miedo los números digitales. Como también me he quitado las gafas, que pesan lo suyo, y además estoy de puntillas para que los talones no ejerzan presión, tengo que ponerme plan mirada china para conseguir ver los gramos y después de mucho esfuerzo llego a verlos. Cincuentaitantos kilos y 30gms.
¡¡¡Bien!!! ayer eran y 40gms , me relajo, respiro, me pongo las gafas para mirarme al espejo y cuando ya me tengo enfrente con cara de gran satisfacción me digo.- ¡Ea! hoy desayuno una entera de mollete con tomate y aceite.