Mi primer contacto con la Aurora Boreal se remonta a aquella canción del Duo Dinámico, que nos hacía soñar a las quinceañeras, después me interesé por la mitología y conocí a la Aurora del amanecer, aquella encantadora diosa que aparecía volando a través del cielo y anunciaba la llegada del sol. Aquella diosa madre de los vientos que tenía una vida apasionante repleta de amores y amoríos.
Ahora hacía 6000 kilómetros para conocer Aurora Boreal, la que surca los cielo por la noche y trae un mundo de color. Todos mis amigos fotógrafos soñaban con verla y muchos la vieron ya la primera noche, nada más llegar, mientras yo deshacía la maleta ya habían visto a la Aurora.
—Anda con la Aurorita —pensé— esta me va a dar el viaje, en plan huidiza, haciéndose la interesante.
Durante el día nadie hablaba de la Aurora, pero el día es corto en Tromso, y cuando llega la noche todo gira en torno a ella. –¿Estará por aquí?, ¿estará por allá?, le gustan los lagos, le gusta la oscuridad. El cielo tiene que estar despejado para verla pasear.
Era nuestra segunda noche en Tromso y salimos en furgonetas en busca de la Aurora, después de aparcar comenzamos a andar en medio de la oscuridad, ¡qué gloria de compañeros! Ilde precavido lleva dos linternas y me presta una porque yo tengo tres pero están en el apartamento. Paco va pendiente de señalarme el camino indicando por donde se va mejor, el grupo que va en cabeza animan la marcha, ni una queja ni un mal gesto todos pendientes de no caernos y animados por nuestra cita con la Aurora. Llegamos a un claro en el camino y allí paramos, Joaquin se presta a ayudarme con las foto nocturna que no es lo mío. la Aurora caprichosa e imprevisible, no aparece, nos da plantón, su hermana Selene, la Luna, tampoco esta por allí, con noche cerrada y hielo en el camino volvemos andando con mucha precaución. Quisiera ser aurora boreal y darte así un mundo de color, tarareo para mi.
En la furgoneta vuelvo a recordar a la diosa del Olimpo siempre resplandeciente y envuelta en luz siempre desnuda o con vestidos vaporosos y comprendo que no aparezca en esta atmósfera tan oscura, fría y húmeda.
A la tercera va la vencida y en el tercer intento todo el grupo llegó hasta Finlandia para encontrarse con la Aurora, yo me desligue de ello, decidí pasar de la señora Aurora y Aurora apareció por los cielos y ofreció a mis amigos una verdadera orgía de brillos y colores. Vinieron todos entusiasmados. Es cierto que yo ya no estoy para mucha orgía pero tampoco esperaba que la Aurora me hiciese un feo de ese calibre.
Se presentaba la cuarta y última noche en Tronso y yo sin encontrarme con la Aurora. Hay una agencia en la ciudad, Arctic Guide Service, que reúne todos los requisitos para garantizar un encuentro con la Aurora, predicciones, mapas y mucha experiencia y profesionalidad. Sopesé mis alternativas y decidí enrolarme en su expedición.
Salimos a las 18.30 lloviendo en Tronso y con pocas garantías de conocerla. Iba yo en el autobús haciéndome a la idea de que me quedaba sin Aurora y poniendo en una balanza todas las cosas positivas que me llevaba del viaje que superaban con creces la frustración de no ver a la Aurora. El que no se consuela es por que no quiere y yo ante todo soy una persona positiva,una cosa era no ver a la Aurora y otra que el viaje acabase como el rosario de la Aurora .
En un último intento y por tratar de conquistarla le hablaba cariñosa : —Conozco bien a tus hijos, los vientos del norte, del sur, del este y del oeste, conozco tus lágrimas, el rocío que cubre los campos. Soy amiga de tus hermanos el sol y la luna, he hecho lo posible por llegar a conocerte, anda mujer, no me vuelvas a dar plantón.
Iba absorta en estos pensamientos cuando el bus se para y Ricardo nuestro guía nos manda salir con todo porque vamos a caminar un poco y…—¡ vamos a tener suerte! nos anuncia.
Me choca que ya no llueva ni nieve y según empezamos el camino me sorprende aun más comprobar que el cielo esta despejado. Impresionante espectáculo del firmamento negro azabache todo cubierto de brillo de estrellas. El silencio de la noche , en medio de la nada y ese cielo tan cercano y tan negro y tan brillante eran ya de por sí un regalo sobrecogedor.
De pronto en este escenario, surge un estallido de color, unas luces verdosas empiezan a bailar sobre nuestras cabezas.Es un espectáculo único, las luces giran, se retuercen.
Los colores van alternándose, y donde antes había un verde, aparece un rojo que cambia a púrpura ante nuestros ojos.Son los colores de la aurora boreal.
Camino con el trípode y me paro a cada paso, trato de llevarme algún fragmento de semejante explosión de luz y color. Subo la ISO porque no esta el momento para exposiciones de más de 30 segundos y mi objetivo no baja de f/4 . Hago lo que puedo, sobre todo abro bien los ojos y el alma y respiro muy hondo. Vivo el momento.
La Aurora ha venido a vernos. y ahora sí sé que es la misma diosa del amanecer la que representa la eterna transición entre la luz y la oscuridad, la hermana del Sol y de la Luna y la madre de los vientos. La que, por fin, nos visita y nos trae la luz a la oscuridad de esta noche de invierno.
Para conseguir buenas fotos imprescindible objetivo como mínimo f/2,8 y entre 12 y 17mm Ricardo utilizaba un fijo Samyang 14mm f/2,8
Pilar : MARAVILLOSO!!!!!
Muchas granas Begoña
¡Qué bonito, Pilar! Y no sólo las fotos, el texto trasmite toda la emoción del momento. ¡Felicidades!