Me gusta mucho la capacidad que tienen los objetos,los olores,las imágenes, los sabores y las músicas de trasladarte a otro momento de tu historia.
Bonitos momentos escondidos en el recuerdo, porque por suerte los momentos menos bonitos de la historia de cada uno se diluyen transformándose en experiencia de vida.
Esta mañana en la frutería he visto las primeras cerezas de esta temporada,es la primera vez que las he visto, probablemente llevaban unos días pero, aunque me lo propongo, no siempre consigo vivir atenta a las cosas sencillas.
–Inma ponme un cuarto de cerezas– me he escuchado decir sin siquiera preguntar el precio
y mientras miraba pensando si tendríamos para los dos con un cuarto, han venido a mi memoria otros tiempos.
Cuando mis hijos eran pequeños y vivíamos en San Sebastián, teníamos debajo de casa la típica frutería de barrio, todos los días al llegar del colegio ellos cogían el pan y subían a comer y desde las primeras cerezas, cada día mi hijo Alvaro me decía:
–Ama ya hay cerezas, ama ¿por qué no compras cerezas?.
No eran tiempos de caprichos y de postre tomábamos manzanas de casa de la abuela.
Álvaro cumple años el 26 de mayo y un año, supongo que cumplía 6 ó 7, me pidió por su cumpleaños cerezas. Hicimos una bonita fiesta de las cerezas que todos en casa recordamos con mucho cariño.
Hoy me ha gustado volver a este recuerdo que me traía a la memoria los pendientes de cerezas que llevamos ese día y la tarta de cerezas que me hizo una amiga y el cartel de FELICIDADES con cerezas que le hizo su hermano.
He pasado parte de la mañana jugando con el cuarto de kilo de cerezas y haciéndoles fotos y ahora que ya nos las hemos comido guardo el recuerdo para poder evocarlo.
Pilar 