Llevo varios días pensando sin conseguir pensar en alto. Me invanden inquietudes, temores, sentimientos profundos, y como me resulta difícil convivir con ellos, vivo como si no estuviesen conmigo. Temía el encuentro con el 4 de mayo, me inquietaba el recuerdo, volvía a sentir el dolor y no me atrevía a pensar.
Ha llegado el aniversario, 365 días con pájaros sin árboles temblando en mis espaldas. Me he sentido reflejada en una bruma espesa que hoy cerraba el horizonte y en un mar inquieto y embravecido.
Hemos caminado en silencio, siguiendo el ritmo natural del cuerpo, como habituándolo a escuchar la música de los recuerdos tristes hasta que el tiempo la vaya haciendo melodía serena.
Y mientras va llegando esa armonía, quiero volver a pensar en alto, quiero contar con la percusión de las palabras para poder seguir con alegría el compás de la vida.
Un beso grande y como siempre, tus reflexiones son buenas.
Gracias Begoña