No hace mucho fui por primera vez a la silla del Papa. Fuimos desde Atlanterra siguiendo un sendero abierto en lo alto de la sierra de la plata. Yo iba fascinada con las panorámicas que nos iba ofreciendo el camino, grandes extensiones de campo con Zahara y el mar al fondo por un lado, por otro, Almarchal y la Zarzuela, más cerca el cortijo del moro. Caminaba mirando al horizonte y buscando esto y aquello, cuando descubrí una pequeña construcción sencilla y sólida en la pendiente de la sierra y mirando al mar.—Un lugar privilegiado—pensé.
en primer plano el techo de la cabrera del cortijo del Moro
Mis compañeros de camino me contaron que era la cabrera donde había vivido el cabrero del cortijo, Paco Moraga y su familia. El cabrero murió —me explica Mariluz–pero su mujer Curra vive frente al campo de fútbol.
En uno de mis mañaneros —¡qué me…
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