Hoy hemos disfrutado de un regalo de los Reyes Magos: una comida en Eme B Garrote, el nuevo espacio de Martín Berasategui. Íbamos con ilusión, en Igara nos hemos despistado un poco porqué, ¡vaya como ha cambiado esa zona!, con un par de vueltas a la rotonda hemos llegado. Antes aquí había una sidrería enseguida lo hemos reconocido, la sidrería Urquila.
Buenisima impresión de entrada, conserva un poco el espacio de sidrería con sus kupelas, decoración muy sobria y sencilla con detalles muy de la tierra, lámparas que son cestos, mesas de madera, sin mantel ni individual.
Muchas opciones, menú degustacion, menú corto y una carta muy bien planteada, posibilidad de medias raciones.
Nos hemos decantando por la carta. Y una vez elegidos los platos y el vino, txakoli Aitaren, esperamos con ilusión la comida mientras observamos aquí y allá pequeños detalles.
Nos traen unos aperitivos que nos saben a gloria, una crema de sardinas y un buñuelo de bacalao.
El sabor es importante pero también y mucho, el color , la composion, los aromas y las texturas. Emocionados con este principio, charlamos animados, comer frente a frente con posibilidad de mirarse también forma parte del espectáculo al que estamos asistiendo como protagonistas.
Nos llegan los primeros, sopa de pescado para Román verduritas del tiempo sobre un tofe de guisantes para mi.
El txakoli entra perfecto, leemos la leyenda de la etiqueta y brindamos.
Compartimos un txipirón relleno, está bueno pero baja un poco la emoción de los anteriores. Le damos un aprobado y nos llega un jarrete de lechal también compartido.
La presentación es como para no tocarlo en un rato. Una camarera muy simpática nos explica que la guarnición es piedra tandoori o lo que es lo mismo, por lo que he entendido, una mezcla de especias, y el tandor un horno tradicional indio, ahí nos hemos liado un poco unanpteguntando y labotracexplicando , La conclusiónl es que estaba exquisito, de nuevo el nivel sensorial en la cúspide.
Hemos compartido dos medios postres
Muy ricos a la altura de comida, especialmente la torrija con helado de avellana.
Seguimos charlando animados mientras tomamos un café y unos dulces gentileza de la casa.
Comer en San Sebastián es mucho más que comer es asistir como protagonista a un espectáculo, emocionarse, sentir, disfrutar, compartir. En Eme B es además recordar, volver a los lugares y productos de nuestra tierra, a la belleza de lo sencillo y natural.
Gracias Reyes Magos habéis acertado una vez más.