Ha empezado marzo y parece que el tiempo sigue con necesidad de pronunciarse, me encanta cuando decide hacernos ver quien decide y quien es el grande y quien el minúsculo. Llevamos días de lluvia y temporal. Es lo que hay, y aunque nos incomoda y tenemos ya ganas de calle y del solecito que calienta los huesos en primavera, esta temporada de lluvia tiene también momentos fantásticos.
Hay que vivir muy atento y cuando la lluvia y las nubes dan una tregua y dejan colarse algun rayito de sol, descubres una atmósfera limpia y una luz especial.
Ayer tuve suerte, es cierto que sali temprano a la playa con voluntad de ver, salia con la cámara, con la cámara a punto siempre estoy mucho más receptiva.
Disfrute de un paisaje brumoso que a contraluz transmitía muchas sensaciones, como de sentirte trasladada a un mundo de ensoñación y fantasía que me relaja muchísimo.
Después de comer A los Cuatro Vientos, de nuevo el sol se hizo un sitio e iluminó el campo de la Zarzuela de una manera muy especial.
Corrí a casa a por la cámara y cogi el carril, al poco me tuve que dar la vuelta porque el agua inhundaba el camino.
Con todo tuve la oportunidad de recoger momentos preciosos. Hoy hace muchísimo viento y mientras lo escucho en casa me recreo en la tarde de ayer y así vivo el invierno en Zahara.